Reseña por ISABEL CEBRIÁN
Para quienes nos acercamos a la novela gráfica desde la literatura, Adrian Tomine es un referente imprescindible. Comparado, a menudo, con Carver, lo cierto es que el autor norteamericano ha sabido llevar el ritmo y la estructura del cuento estadounidense a la narración secuencial, tratando a menudo temas comunes: las relaciones de pareja, la soledad, la ansiedad social y la inadaptación. Los mismos temas que siguen presentes en ‘Intrusos‘ (Sapristi), que llega a España después de ‘Shortcomings’, su primera novela gráfica sobre relaciones a distancia, amistad e identidad de los jóvenes de principios del siglo XXI.

Intrusos

En ‘Intrusos’, Tomine vuelve a las historias cortas, recopilando trabajos de su revista ‘Optic Nerve’, en la que lleva trabajando desde adolescente, y otros relatos dibujados ex profeso para este volumen. Y con la historieta corta, vuelve el Tomine que se permite experimentar en cada relato con puntos de vista, estructuras narrativas, paletas de color y trazo, haciendo de esta colección una prueba de cuánto gana su trabajo cuando exprime todas sus habilidades como narrador y como dibujante. Tomine sabe bien que las historias de fracaso funcionan mejor que las de éxito, y como los mejores cuentistas americanos, pero sirviéndose de las viñetas, explora las aristas más incómodas y obsesivas de las relaciones entre sus personajes: historias abocadas a terminar en un recoveco oscuro.

En el relato que abre ‘Intrusos’, ‘Hortiescultura’, un jardinero –tal vez el más claro trasunto del autor- inventa un nuevo “arte vital” sin dejar de cuestionarse y ser cuestionado en todo momento sobre la validez de su ocurrencia. Igual que hizo en sus ‘Escenas de un matrimonio inminente’, se sirve de la estructura de tira cómica diaria, con todos los ‘tics’ y ‘gags’ visuales de las historietas ligeras como ‘Peanuts’. Aplicada a una historia más bien patética, la estructura le sirve a Tomine para presentarnos solo los momentos esenciales de este pequeño drama cotidiano. En ‘Vamos, búhos’, aplica una contenida paleta de color, con cierto toque japonés, que va variando mientras evolucionan los diferentes estadios de una historia de violencia doméstica de baja intensidad. Y juega con maestría la baza del punto de vista en historias como ‘Amber Sweet’, en las que una narración aparentemente lineal y en primera persona, adquiere un ‘twist’ completamente diferente al descubrirse la relación entre narrador/oyente/lector.

intrusosinterior
Conocido, sobre todo, por sus magistrales portadas para The New Yorker, el autor aplica el estilo claro, minucioso y detallista que le ha hecho famoso como ilustrador, con el que “intenta dibujar con belleza hasta una taza de café” en ‘Traducido del japonés’. Prescinde de su habitual blanco y negro y sus minuciosos fondos para centrarse en las expresiones y caracterizaciones de sus personajes y nos revela sus miedos más intensos –en otro momento fueron las relaciones con las mujeres, ahora son la paternidad y la familia- en la obra que da título a la versión en inglés, ‘Killing and Dying’. De nuevo la historia de una aspirante a artista –en este caso, una aprendiz de monologista- abocada al fracaso. Sapristi, la editorial española de esta colección de relatos, se ha decantado por el título de la última e inquietante historieta, ‘Intrusos’, para dar nombre a la colección en castellano. Un título bien elegido, y es que Tomine, al obligarnos a mirar por el ojo de la cerradura (por el que él ha elegido) a sus personajes e historias, nos convierte en gustosos intrusos o acaso en incómodos curiosos que escuchan, desde la mesa de al lado en el café, las historias de sus personajes.